Nueva mirada del concepto “revolución” dentro de la ciencia


Arturo Román Cesar San Juan

El concepto Revolución viene del vocablo latino revolutio que significa volver al inicio. Esta perspectiva del término se ve eclipsada por la tendencia hacia la innovación en la que toda revolución implica un avance. Semejante manera de retomar el término pudiese derivar de la inclinación capitalista de producir continuamente conocimiento. Es decir, que todo cambio notable debe ser acompañado por una innovación que apela a desdeñar lo viejo como anticuado e inservible y, en cambio, acoger lo nuevo como superior y mejor.

Sin embargo, ¿qué tan cierto es esto? ¿Realmente las revoluciones siempre representan un acogimiento por lo nuevo? En la actualidad, se cree que para lograr un verdadero cambio es necesario tomar una acción, en este sentido, la onceava tesis de Feuerbach toma gran importancia 1. No obstante, ejemplos como la presente contingencia sanitaria en donde tecnológica y económicamente, a nivel mundial, es posible tomar cartas en el asunto y actuar, lo que ocurre es que no se sabe cómo hacerlo.

Por ello, y siguiendo a Adorno y a Žižek, es prudente invertir la tesis de Feuerbach: dejar a un lado la intervención práctica y concentrarse en estudiar y reflexionar las causas y antecedentes de los problemas. Esto con el fin de hallar sus soluciones que, erróneamente, han sido buscadas en las acciones olvidando que estas encuentran su fundamento en bases teóricas, las cuales han de ser reemplazadas o reestructuradas para lograr dicha labor.

Para sustentar las afirmaciones anteriores, se presenta el caso de Copérnico y su método pues, en palabras de Mason, sus aportaciones no venían a significar innovación alguna; ese conocimiento databa de la época de Pitágoras. Su labor fue más bien rescatar los conceptos astronómicos básicos de los griegos desechando la idea de que “los cielos eran divinos y la tierra imperfecta” 2.

Con base en lo anterior, lo que nos enseña Mason, es que el proceder de Copérnico fue una vuelta a los orígenes: estudió los modelos astronómicos anteriores al modelo latente de su época y, a partir de ello, concibió su sistema que desembocó en una verdadera revolución astronómica. Empero, la última parte del extracto del texto de Mason manifiesta una peculiaridad sobre ese retorno al comienzo.

Copérnico revisó el modelo pitagórico pero su acogimiento no fue total; hubo ideas que no encajaban del todo en la realidad. Por lo que, hasta el momento, podemos asegurar que las revoluciones son un retorno, pero no absoluto: cada vuelta al pasado debe estar acompañada por una selectividad en la que se filtran aquellas ideas que no empatan con la realidad.

En el texto La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn apunta eso mismo: “Lo que es todavía más importante, durante las revoluciones los científicos ven cosas nuevas y diferentes al mirar con instrumentos conocidos y en lugares en los que ya habían buscado antes” 3. Esa reactualización de los componentes que dábamos por sentado, pero que, por ello, nos limitaban a sólo ver de una manera las cosas, es lo que hace posible un cambio.

Ahora, de igual forma, esto también ocurrió en la Reforma Protestante: Lutero, al ver que el mensaje original de Dios fue corrompido, decidió retornar a las Escrituras. Tal como lo dice Tomas Sprat, citado por Mason,

La palabra “reforma” habiéndola realizado una en la religión y proponiéndola otra en filosofía [..] ambas desestiman las copias corrompidas, remitiéndose a los originales perfectos para su instrucción; una de ellas, Las Escrituras […] ambas suponen que sus predecesores se pudieron equivocar conservando a pesar de todo una suficiente reverencia hacia ellos. 4

Dicho esto, se puede hacer una equivalencia entre los términos revolución y reforma, ya que, como se puede notar, ambos conceptos realizan una recuperación de los valores originales para poder modificar o enderezar aquello que desborda el marco conceptual original en el que fue ideado cierta doctrina o modelo.

Con la identificación de estos dos conceptos, se puede asegurar que toda revolución tiene como característica adicional una cierta crítica a las maneras erradas de manejar y proceder los elementos fundamentales de cierto saber. Todo acogimiento del pasado ha de ser violento, en tanto que señala y corrige las falsas nociones que provocan un estancamiento epistemológico a la hora de desarrollar la ciencia

Rescatando la idea anterior, Kuhn exclama que, durante el proceso revolucionario, la ciencia normal sufre grandes cambios que provocan la reeducación sobre la forma en la que el científico percibe su medio ambiente. Esto implica la adopción de un aprendizaje que le permita, al hombre de ciencia, contemplar de una nueva forma (Gestalt) su entorno 5.

Lo que implica que la revolución es aquel aspecto reordenador que trastoca toda categoría familiar ya establecida, es decir, que pone en crisis y reestructura los campos del conocimiento. Por lo que la labor del agente revolucionario, a manera de un demiurgo, es volver a unir y dar coherencia a ese nuevo orden que oscila entre un aspecto conservador que recupera la tradición y un aspecto crítico que realiza una reflexión histórica sobre el manejo de dicha tradición.

A manera de ilustración, nos ayuda la figura del resorte: su funcionamiento, radica en una unión entre lo actual (la punta del resorte) y el origen (la base del mismo). Sin embargo, esta unión se encuentra inservible sin la separación y recorrido desde la base del resorte hasta el estiramiento total del cuerpo del resorte que viene a representar la crítica y recuento histórico del proceso revolucionario.

Para finalizar el ensayo, habiendo estudiado la estructura del concepto revolución, es prudente reflexionar sobre la función del mismo, ya sea en el plano social o en el científico. Para lograr tal propósito se debe tener presente que, a lo largo de la historia de la humanidad, ha habido cientos o miles de procesos revolucionarios, y que, por lo tanto, en el futuro habrá otros más. Por ello, es necesario desechar la idea de que el objetivo de estas transformaciones sea conseguir una estabilidad o paz perpetua.

Más bien, se trata de lo contrario, la existencia de las revoluciones indica la naturaleza inestable y renovadora de toda empresa humana. Y su consumación consiste en la renuncia necesaria, pero angustiosa, de la seductora perdurabilidad de un solo orden. Recuperando las palabras de Žižek: “para mantener viva una idea universal, uno tiene que reinventarla una y otra vez” 6. Y es claro, entonces, que una revolución, en esencia, es una aceptación de la realidad, no obstante, dicha realidad necesita una constante visión de paralaje para poder comprenderla de mejor manera.



Ilustración: Dalia

Acerca del autor

Estudiante de Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. Colaborador en el Cuerpo Académico “Hermenéutica y Cotidianidad”, pasante del Programa Delfín Verano de Investigación 2020 por parte de la Universidad de San Buenaventura en Cali, Colombia.

Referencias:

1 “11- Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Karl Marx, Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos (Buenos Aires: Grijalbo,1974),17

2 Stephen Mason. Historia de las Ciencias 2.Revoluciones científicas de los siglo XVI a XVII (Barcelona: Alianza,1985), 11-12

3 Thomas Kuhn. La estructura de las revoluciones científicas(Barcelona: Fondo de Cultura Económica, 2008), 176

4 Ibídem, 23

5 Ibídem,177

6 Slavoj Žižek, “¿Qué significa ser un verdadero revolucionario hoy en día?”, en Conferencia internacional de marxismo (Bloomsbury: 2009)