Pin Parental: Una encrucijada para el Liberalismo Trasatlántico.

Voces liberales en México y España

José Luis Gallegos Quezada

“¿Y tú estás en contra o a favor del pin?” “Naturalmente en contra”, respondí sin titubeos. “Te lo pregunto porque los liberales en España están apoyando la propuesta de Vox.” Me costaba trabajo creerlo, pero mi amigo tenía razón. Del otro lado del Atlántico, las plumas de auto-reconocidos liberales escribían a favor del pin parental; mientras yo, en Nuevo León, hacía activismo en plena pandemia para frenar la iniciativa a nivel local.

Y no es que crea que todos los liberales debamos pensar igual en todos los temas. Por el contrario, tengo claro que en la familia liberal coexisten un sinfín de nomenclaturas en donde caben por igual los anarco-capitalistas y los liberal-conservadores (con todo y que el epíteto me parezca una contradicción en los términos). Respetable. Además, frente a la amenaza contemporánea del populismo autoritario es cada vez más necesario ir dejando a un lado el purismo ideológico. A mí, hace tiempo que las alianzas entre liberales, socialdemócratas y demócratas-cristianos me han dejado de parecer antinaturales. Mientras lleven el “-demócrata” colgado en algún lado y estén dispuestos a respetar la constitución, las libertades y la división de poderes, les puedo ver como potenciales aliados. Porque algo es claro: una vez que el populismo captura las instituciones, la República corre peligro. Y sin República, simplemente no hay espacio para la pluralidad política.


No, no espero que las y los liberales pensemos de manera uniforme. Si la postura del liberalismo español me había sorprendido es porque les pensaba más liberales —en el sentido de social del término. Yo mismo había leído sus blogs, visto sus videos en YouTube, comentado sus artículos en El Español. Les veía defender el derecho a la prostitución, posicionarse a favor de la libertad para consumir pornografía, propugnar por la legalización de las drogas, a favor de la maternidad subrogada y claramente a favor de la libertad individual para definir sus preferencias sexuales. La mayoría de esos mismos liberales españoles ahora se posicionaban tibiamente a favor del pin parental o quedaban en una ambigüedad en donde —condenando la injerencia estatal en los planes de estudio— por residuo concluían que quizás lo del pin no era tan malo.


Y no me sorprendía tanto que la posición de los liberales españoles coincidiera con la de un partido ultraconservador en España, esas cosas inevitablemente suceden cuando un liberal no es dogmático. Lo pasmoso es que respaldaran una propuesta que a todas luces pretendía obstaculizar la educación sexual de los menores. Yo, al menos, así vivía el debate desde México, donde me parecía más que evidente que ese era el propósito de los grupos promotores del pin parental en Nuevo León. Desde entonces, me interesé en entender qué lógica había llevado a los liberales españoles a respaldar el pin parental desde su liberalismo. Ello me condujo a una pregunta aún más relevante: ¿qué significa tener una postura liberal en materia educativa?


Empecé a buscar que habían dicho liberales renombrados en el tema educativo y el consenso era claro: no dejar que la educación quede capturada en manos de un proveedor único. Empujar para que, en la medida de lo posible, el mercado sea capaz de generar una oferta variada y formas de auto-certificación que reduzcan la intervención estatal en la materia. Pero hasta aquí llegaba el consenso. Porque después venían las preguntas difíciles: ¿y de aquí a que llegamos a ese ideal minarquista qué hacemos con la educación pública y el Estado? ¿El liberalismo está a favor de que se imparta educación sexual obligatoria en las escuelas? ¿Más allá de quién es el proveedor, hay algún tipo de pedagogía que el liberalismo promueva? ¿Si se reconoce al menor como sujeto de derechos —que no es propiedad del padre o tutor— hasta dónde llega la autoridad parental en materia educativa?


Aquí es donde me fue difícil encontrar un consenso entre grupos liberales. Es más, me fue complicado siquiera encontrar quien abordara estas preguntas. Busqué incluso en varios blogs liberales, donde los más puristas comenzaban diciendo: “Bueno, es que en una sociedad realmente liberal, lo que se dice liberal, no estaríamos discutiendo esto, porque el Estado sólo se haría cargo de la defensa y la procuración de justicia.” Pero a mí la respuesta no me bancaba. Jamás he logrado entender a aquellos libertarios que catalogan cualquier propuesta de política educativa, incluso el cheque escolar, como socialismo.1 Me parece que se alienan del debate público, donde no se discuten en términos ideales “los límites del Estado”, sino donde se pelea por cuestiones concretas, por hacerlo retroceder o ensanchar una pulgada más o unos centímetros menos.


Cada debate público es una trinchera para promover la visión liberal y para mí, el pin parental era una trinchera para defender algo que por siglos el liberalismo ha propugnado: la libertad de pensamiento. El que ninguna autoridad imponga vetos ni censuras según preceptos morales, ni el Estado, ni la iglesia, ni los padres. Por eso desde ahora quiero dejarlo claro: suscribo la visión liberal que reconoce que los menores poseen un derecho positivo a ser educados,2 y creo que dicha educación (pública o privada) debe tener por contexto y por objeto la libertad; es decir, debe darse en un contexto de libertad académica y promover en todo momento la autonomía del individuo.


En materia de educación sexual la aplicación del precepto liberal implica el preguntarnos: ¿queremos que las personas sean libres de decidir cuándo comenzar su vida sexual, cuántos hijos tener, hasta qué grado dar su consentimiento para sostener relaciones con otras personas? Entonces necesitamos que en las escuelas exista una educación sexual elemental por encima de las preferencias morales de los padres. Eso no significa que el docente tenga la potestad de inculcar en los menores la “forma correcta” de ejercer su sexualidad. Significa, más bien, que los centros de enseñanza tienen la obligación de proveer información necesaria y pertinente para que cada individuo decida sobre su sexualidad.


Esta postura no está exenta de ser problematizada como me propongo hacerlo en este ensayo. Pues si aceptamos la obligación del Estado en garantizar el derecho a la educación, el subsecuente es claro: ¿cómo aseguramos que esa obligación no se convierta en una puerta para que el Estado adoctrine a la sociedad? Y aquí es donde anticipo mi definición: el pin parental no es la alternativa. Con todo, les reconozco a los proponentes del pin posicionar un debate que hace mucho no se discutía; en democracia eso siempre es algo a celebrarse. Como afirma Amy Guttman, “las controversias políticas sobre temas educativos son una fuente importante de progreso social”, pues en el proceso nos terminan educando sobre nuestra ciudadanía.

Pin parental: los términos del debate


Al ser cuestionado sobre su postura al respecto, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, afirmaba: “El debate no es el pin parental, sino si los padres quieren que sus hijos sean educados por Pablo Iglesias”.3 Ojalá ese fuera el debate, de serlo mi postura y la de millones sería inequívoca: yo no quiero que mis hijos sean educados por un político, sin importar si es Pablo Iglesias o López Obrador. Pero el quid del debate está en otro lado. Lo que realmente se discutía en México y en España era la autoridad de los padres sobre vetar a sus hijos el acceso a ciertos contenidos escolares.


Comencemos por el contexto. El pin parental se expone por primera vez en la plataforma de Vox en 2018. Este partido político español empleó el término “pin” para referirse a un permiso que los directores de los centros educativos tendrían que solicitar de los padres de familia para que sus hijos pudieran atender “cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad [de los menores]”.4


El framing de la propuesta fue particularmente inteligente, porque la palabra pin parental, además de tener aliteración, jugaba como analogía del pin5 o código que ponemos a Netflix o YouTube para filtrar el acceso de nuestros hijos a ciertos contenidos. Una práctica que nadie percibía como algo negativo. Al contrario, diversas revistas para padres han recomendado poner un pin a las plataformas de streaming como una acción inteligente y responsable para resguardar la seguridad digital de los menores.6 ¿Por qué entonces sería diferente en el tema educativo? ¿No se trata también de proteger a nuestros hijos sobre contenidos que pueden poner en riesgo su salud mental? La diferencia entre ambas situaciones es enorme. El pin parental no busca mediar el acceso del niño a contenidos de entretenimiento sino intervenir en su derecho mismo a la educación. Y es por esa razón que el pin merece ser discutido bajo una ponderación diferente.


Quienes defienden el pin parental en México y España enfatizan las facultades del padre o tutor para ejercer la patria potestad del niño y velar por lo que resulte más conveniente a su desarrollo. Bajo esta premisa, consideran que los padres tienen la prerrogativa última para definir qué contenidos escolares sus hijos pueden aprender respecto a temas morales y sexuales. Por otro lado, quienes critican la propuesta, consideran que los padres no pueden excluir a los educandos de los contenidos troncales del currículo escolar, ya que al hacerlo estarían violentando el derecho a la educación del menor.


Estas son las posturas en juego. Mi postura coincide con la de los críticos del pin y para desarrollarla me guiaré bajo la siguiente estructura:

1. Sobre el derecho a la educación. ¿Qué es el derecho a la educación y por qué medios se hace exigible? ¿Cómo se vincula el currículo escolar con el derecho a la educación? ¿Qué derecho o facultad tiene el padre tutor respecto la educación de su hijo? ¿Cuál es la autoridad del Estado sobre la educación de los menores?

2. Sobre la educación sexual. ¿Qué tipo de educación sexual puede enseñarse en las escuelas? ¿Le educación sexual es científica o guarda algún componente normativo? ¿A qué se le ha llamado ideología de género? ¿Es común que en las escuelas de España y México se enseñen este tipo de contenidos?

3. Sobre el adoctrinamiento. ¿Cómo se define el adoctrinamiento educativo? ¿Qué capacidad tienen los políticos para fomentar su ideología a través de los planes de estudios? ¿Es el pin parental una respuesta efectiva frente a escenarios de esta naturaleza? ¿Qué alternativas existen?

Sobre el derecho a la educación. “Ni del Estado ni de sus padres”


A los miembros de Vox, en España, se les ha acusado de emplear el pin parental como una licencia para imponer sus prejuicios sobre la educación de sus hijos. En su defensa, Vox ha revirado que lo que ellos quieren es que “nadie les adoctrine [a los niños] en las aulas, dirigiéndoles hacia un pensamiento único.”7 La preocupación de Vox y de sus partidarios me parece legítima y considero que cualquier liberal la comparte: cómo evitar que en el colegio se adoctrine bajo “una actitud extremista y antidemocrática”8 a los menores. La gran pregunta es qué consideramos como “adoctrinamiento” pues con todo y que la imagen sea clara (e.g. nazis quemando libros, la revolución cultural de Mao, el fanatismo religioso de algunas sectas) definir en términos positivos lo que es “adoctrinar” es condición para elaborar políticas públicas adecuadas que prevengan esta práctica. Más importante aún, definir lo que entendemos por “adoctrinamiento” permite diferenciar los conocimientos esenciales para la formación del educando9 y los que caen en el terreno de disputa.


Empecemos por la vía negativa. ¿Qué no es adoctrinar? Si en una junta de padres de familia, un padre pega el grito indignado: “¡Pero que están adoctrinando a mi hijo en la física de Newton!”, seguramente nadie secundaría su alarmismo. Y no lo haríamos porque estimamos que las leyes de Newton son un conocimiento legítimo y necesario para que el educando desarrolle su libre personalidad. Quizás no todos podamos explicar al dedillo la ley de la termodinámica, pero sabemos que este conocimiento ese parte de un corpus mínimo que rebasa las opiniones —a favor o en contra— y se inscribe en una tradición científica que permite a nuestros hijos alcanzar su madurez intelectual.


Conforme este consenso se ha expandido, hemos llegado universalmente a reconocer que todo ser humano tiene derecho a este corpus mínimo de conocimientos y habilidades. A esta prerrogativa le llamamos de manera genérica derecho a la educación.10 Derecho que es exigible en la medida que existe un consenso previo sobre los conocimientos que forman dicho corpus, por lo que, en el contexto de un sistema educativo específico, el derecho a la educación es exigible en el marco de un currículo académico sancionado por la autoridad.


Ninguna constitución ni tratado internacional contempla de manera exhaustiva los conocimientos que integran el derecho a la educación. A lo más, ciertas constituciones llegan es a establecer los años mínimos de escolaridad obligatoria. Y es benéfico que así sea, porque las sociedades cambian constantemente y, en consecuencia, la validez y la pertinencia que asignamos a ciertos conocimientos también cambian. Por ejemplo, hasta principios del siglo XX todavía considerábamos básico el aprendizaje del latín, mientras que hasta la década de los veinte, la enseñanza del darwinismo estaba prohibida en algunas escuelas de Estados Unidos.11


De manera similar, conocimientos cuya transmisión creíamos exclusiva al ámbito familiar, paulatinamente han pasado a formar parte del corpus mínimo de conocimientos y habilidades que todo joven debe tener. En el campo de la educación sexual, por ejemplo, la mayoría de las sociedades modernas consideran necesario que los educandos —a partir de cierta edad— aprendan a nombrar las partes de su cuerpo, que entiendan cómo funciona la reproducción humana y puedan identificar las enfermedades de transmisión sexual, los métodos anticonceptivos y su empleo adecuado.12 Y es justo en esta área educativa donde el pin parental genera controversia.


El trasfondo del debate es precisar los límites de la educación sexual. Sin embargo, en lugar de tener una discusión apegada a criterios pedagógicos y científicos sobre la pertinencia de ciertos contenidos, algunos han querido tomar un atajo: que cada padre decida lo mejor para su hijo. Lamentablemente este “atajo” ha terminado por desvirtuar el debate, pues en aras de justificar la prevalencia del criterio del tutor sobre la del claustro de profesores, se construyó un hombre de paja en el debate público: ¿acaso quieres que tus hijos sean educados por políticos? Se ha querido hacer creer a la opinión pública que el PSOE y MORENA se reúnen en cónclave para definir el currículo escolar según su ideología. Esta caricatura distorsiona completamente la realidad de cómo se definen lo planes de estudio y conduce a la banalización del debate.


Con independencia de la reglamentación específica13 (adelante discutiremos algunas especificidades de México y España), la definición de un currículo escolar se da sobre un contexto epistemológico específico. En las sociedades democráticas los currículos se discuten bajo un consenso abierto entre comunidad científica, docentes y agentes del Estado.14 De forma que la sanción de un currículo escolar cuenta con una validez científica, una idoneidad pedagógica y una pertinencia social. Estas tres condiciones son las que enmarcan la forma en que las sociedades garantizan el derecho de la educación, por lo que su observación se encuentra sometida a un escrutinio y debate público constante.


El cumplimiento simultáneo de estas tres condiciones excluye a conocimientos que, aunque validos científicamente, no sean adecuados pedagógicamente. Por ejemplo, una clase de cálculo no es parte del derecho a la educación de un niño de siete años porque, aunque los conocimientos sean válidos, el educando no cuenta con la capacidad cognoscitiva para comprender la materia. En el mismo sentido, un curso de Astrología no puede impartirse a alumnos de secundaria porque, aunque adecuado a su grado escolar, el conocimiento impartido carece de validez científica. Por último, un curso de Criminalística de pregrado tampoco sería parte del corpus mínimo de conocimientos porque, aunque adecuado y válido para un estudiante de licenciatura, este curso es una especialización profesional que rebasa el “derecho a la educación”, es decir, que no es obligación del Estado garantizar su acceso.15


Delimitar un currículo escolar bajo las condiciones prestablecidas tiene su complejidad. En las ciencias duras puede que sea más sencillo, pues su comunidad científica logra acuerdos sólidos sobre la validez de los conocimientos básicos. En cambio, delimitarlo en las ciencias sociales, donde los consensos disciplinarios son inestables o en el de las humanidades, donde ciertos conocimientos no son susceptibles a ser falseables, es más complicado. Sin embargo, el nivel de complejidad no ha sido razón para omitir del currículo la enseñanza de la lengua, la historia y el arte, disciplinas que la mayoría de las sociedades y pedagogos consideran fundamentales para el pleno desarrollo de la personalidad humana.


A pesar de las dificultades, a nivel mundial los sistemas educativos han avanzado en delimitar y robustecer este corpus mínimo de conocimientos y habilidades que, gracias a pruebas internacionales y procesos de evaluación, cada vez se estandarizan más. A la par de esta homologación, se ha propiciado una descentralización para que sean los centros de enseñanza los encargados inmediatos de definir la mejor forma de complementar y contextualizar el currículum escolar. Asimismo, diversos países de la OCDE, entre ellos México y España, han atravesado[d3] reformas educativas16 que otorgan al claustro de cada escuela autoridad para definir ciertos contenidos escolares.17


A pesar de los diferentes niveles de descentralización escolar, la obligación del Estado en materia educativa es integral. Esto significa que los educandos deben recibir de manera completa —y no selectiva— el currículum correspondiente a su edad. Si una escuela del Estado sólo ofrece primero y tercero de primaria, pero no el curso de segundo año, ¿no diríamos que se está obstaculizando el derecho de la educación del niño? ¿Y no afirmaríamos lo mismo si en el curso de geografía, el docente decidiera saltarse el bloque relativo a la teoría heliocéntrica?


Esta idea de integralidad en el derecho a la educación juega un rol fundamental en el debate del pin parental, porque el derecho de la educación del niño no puede ser garantizado de manera parcial o sesgada. El Estado no puede interferir con el derecho que el individuo tiene para acceder de manera plena al corpus mínimo de conocimientos y habilidades enmarcado en el currículo escolar. Sin embargo, así como el Estado no puede interferir con la integralidad de la educación tampoco los tutores pueden; en este sentido, se ha pronunciado la Suprema Corte de Justicia (SCJ) en México en diversos casos en que padres han querido ampararse bajo leyes que hacen obligatoria la educación sexual. La SCJ ha reiterado que la educación sexual se encuentra relacionada con la protección a la salud e integridad personal de los menores, “por lo tanto, el derecho humano al nivel más alto posible de salud física y mental no podría verse satisfecho si se prescindiera de tales elementos”.18


En contraposición, los promotores del pin afirman que “el derecho primario a educar a los niños no es del Estado sino de los padres de familia”.19 Sin embargo, no existe como tal el “derecho del padre a educar”, existe un “derecho a la educación” que el padre tutela en la medida en que el sujeto de derecho es menor de edad. Para hacerlo evidente, pensemos en Armando, un adulto de 38 años que quedó con primaria trunca y decide retomar su educación básica. Si los padres tuvieran un derecho sobre la educación de sus hijos significaría que, a sus 38 años, la madre de Armando todavía podría decidir qué contenidos son los más convenientes para él. Claramente, éste no es el caso.


Es sólo cuando el sujeto de derecho es menor que el tutor tiene facultad preferente para escoger el tipo de educación que su hijo puede recibir, tal como se reconoce en la propia Declaración Universal de Derechos Humanos.20 Bajo una interpretación fragmentada de esta facultad, los promotores del pin han querido aducir que el tutor tiene el derecho de vetar el contenido educativo que recibiría el menor. Sin embargo, que el tutor pueda escoger el tipo de educación más adecuada para su hijo (pública, privada, militar, constructivista, Montessori, etc.), no significa que puede definir el corpus mínimo de conocimientos y habilidades a los cuales el menor tiene derecho. Pues la misma Declaración en su artículo 30 señala que nada de lo escrito en ella podrá interpretarse “en sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para (…) realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración”. En otras palabras, si el derecho a la educación es exigible en términos de un currículo escolar, significa que el padre o tutor no puede vetar contenidos de dicho currículo ya que estaría interfiriendo con el derecho a la educación de su hijo.


Pero si el derecho a la educación no puede entenderse como un derecho del padre sobre su hijo, mucho menos es concebible como un derecho del Estado sobre sus ciudadanos. El gobierno en turno no puede ampararse en el derecho a la educación para “cuidar”, “moldear” o “instruir” a los menores según sus aspiraciones ideológicas. Aún si la educación tiene externalidades positivas, no son los efectos sociales positivos los que justifican este derecho. No es por la capacidad productiva del país, ni la defensa del nacionalismo, ni la posibilidad de reproducir un sistema de creencias, que el Estado está obligado a garantizar la educación. El derecho a la educación es un derecho cuya justificación reside en el individuo y en el desarrollo libre de su personalidad.


El gran error de los Estados modernos ha sido colgar cada vez más exigencias normativas a la educación, muchas de ellas incluso superpuestas o contradictorias entre sí. Los políticos esperan que la educación promueva la igualdad, el ecologismo, el pacifismo, el amor a la patria y una serie de aspiraciones que terminan desvirtuando su propósito principal: promover el desarrollo pleno de la personalidad humana y el fortalecimiento de las libertades fundamentales. Haríamos bien en evitar que nuestras constituciones carguen menos parafernalia y reconociéramos como objetivo primordial del sistema escolar formar a ciudadanos libres y autónomos. Logrando esta aspiración permitiríamos que el individuo pudiera decidir por sí mismo, en qué grado quiere ser “ecologista”, “feminista”, “nacionalista”, “internacionalista”, “pacifista”, etc.

Sobre la educación sexual


Cuando los proponentes del pin explican los alcances que la iniciativa, señalan que ésta se aplicaría sólo para “cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad.”21 La primera enunciación que engloba cuestiones morales o en su versión mexicana, “actividades extracurriculares o curriculares que actúen en contra de nuestros principios morales y éticos [de los padres]”,22 la denominaremos clausula moral. Bajo la clausula moral el padre de familia tendría autoridad para vetar prácticamente cualquier contenido escolar, pues se deja a su juicio considerar lo que sea controvertido o contrario a sus principios.


Algunos proponentes del pin han salido a aclarar que no quieren vetar “las clases de biología, anatomía, fisiología, nada que tenga que ver con ciencia”.23 Sin embargo, la naturaleza subjetiva de la moralidad permitiría construir un caso de “cuestión moral” sobre prácticamente cualquier tema. De esta forma, algunos padres podrían ver sus principios religiosos amenazados por la enseñanza del darwinismo. Otros podrían objetar el que se enseñe la pirámide alimenticia, por ir en contra de su moral vegana. Incluso, habrá quien quiera vetar la asistencia de su hijo a un taller básico de educación financiera por el hecho de que, bajo su moral marxista, considere “indecente” que los niños aprendan conceptos como “qué es y para qué sirve el ahorro”, tal como expuso Lorena González, diputada de Podemos en un video que hace un par de años se hizo viral.24


Pasemos a la segunda clausula del pin, cuestiones “sobre la sexualidad.” Para justificar esta clausula sexual los proponentes del pin han presentado escenarios (la mayoría hipotéticos y extremos) en los que consideran que a sus hijos se les podría adoctrinar bajo una “ideología de género”. Prevén que los docentes, talleristas y planes de estudio pueden incurrir o ya incurren en alguna de las siguientes faltas:

  • Contenidos escolares que sin fundamento científico terminan mal informando al educando.25

  • Clases que no están planeadas con la idoneidad correspondiente (por ejemplo, niños de seis años aprendiendo métodos anticonceptivos).

  • Clases con una perspectiva moralizante en la que, más que proveer información para el ejercicio libre y responsable de la sexualidad, se busca convencer al educando de adoptar un modelo de comportamiento sexual específico.

  • Prácticas en las que el maestro o conferencista anima a los educandos a explorar su sexualidad en el contexto escolar con el consentimiento o involucramiento del docente.


Al materializarse cualquiera de estos escenarios, es claro que se estaría incurriendo en faltas de gravedad. En los casos menos severos se estaría afectando el derecho a la educación en alguna de sus tres condiciones: validez, idoneidad y pertinencia del conocimiento. En los casos más graves, se estaría cometiendo un delito sexual contra un menor que se perseguiría de oficio tanto en España como en México. En cualquiera de los escenarios, lo conducente no es prevenir el ingreso del alumno a la clase bajo autorización del tutor (con ello se penaliza al educando), lo conducente es retirar o sancionar al profesor, reformar los planes de estudios y mejorar los mecanismos correspondientes a la supervisión escolar.


Aunque algunos proponentes del pin reconocen que estos escenarios son casos hipotéticos, hay grupos que intentan presentarlos como peligros reales y recurrentes. Con esta finalidad, difunden imágenes descontextualizadas, audios editados y bulos virales que conducen a la desinformación. Hay múltiples casos que ejemplifican lo anterior, expongo tres que han sido difundidos directamente desde la cuenta oficial de twitter de Vox:


Hombre desnudo frente a niña. En un video se muestra a una niña junto al cuerpo desnudo de un hombre recostado. “¿Por qué es necesario el pin parental que Vox propone? Para que los padres puedan negarse a que sus hijos […] les enseñen este tipo de burradas”. La imagen nunca ocurre en el contexto escolar, pertenece a una ‘performance’ realizado en el Museo de Arte Moderno de Sao Paulo, Brasil, en 2017.26


Adoctrinamiento a menores. Se difunde un audio bajo el rótulo “Así adoctrinan a menores de seis años en sexología en las escuelas de La Rioja” y una ilustración (que no corresponde al evento) donde una educadora habla con niños. En el audio la sexóloga señala: “para mí es importante que sepa que las familias no se componen solamente de un papá y una mamá, sino también de dos papás o dos mamás”. La charla, aunque en efecto sucedió en Rioja, jamás fue dirigida a niños, sino a padres de familia que acudieron a una actividad que ellos mismos solicitaron a la Asociación de Madres y Padres de Alumnos del centro.27


Juegos eróticos. Santiago Abascal, líder de Vox, refrendaba vehementemente en el congreso de España la implementación del pin parental en Murcia, señalando que “la enseñanza de juegos eróticos a niños de cero a seis años [en la escuela] está lejos de la educación y a lado de la corrupción de menores.”28 Sus palabras insinuaban que en alguna escuela española se practicaban “juegos eróticos” con niños, algo que jamás se ha documentado pero que se le ha atribuido al programa de educación afectivo-sexual Skolae, vigente en Navarra desde 2017. La razón es que este programa, premiado por la UNESCO en 2019, incluía el término “juegos eróticos infantiles” en una guía para docentes advirtiendo que “la sexualidad infantil [empieza] desde el nacimiento” y que no debiera penalizarse al niño cuando muestra su “curiosidad sexual”. Sexólogos expertos en el tema y los propios creadores de Skolae han aclarado que “juegos eróticos” se refiere a juegos en los que los niños exploran de manera natural su sexualidad al interactuar con otros niños.29 Pero para dejarlo en claro, el propio director general de educación del gobierno de Navarra se pronunció al respecto: “Nunca se propondrán, ni se animarán, ni se promoverán en las aulas actividades de contenido sexual, ni se llevarán a las aulas juegos eróticos como se ha pretendido hacer creer.”30


Como en toda guerra política los ataques son de ambos frentes. No pretendo ocultar que tanto en España como en México se ha buscado satanizar, caricaturizar y tergiversar la postura de los promotores del pin parental. De hecho, hay que reconocer que las conciencias progresistas de ambos lados del Atlántico han hecho un flaco favor al debate sobre la educación sexual al denunciar la intolerancia de los promotores del pin sin tratar de entender las preocupaciones legítimas de los padres de familia. Y es que detrás del juego, con el que Vox o el PES buscan apelar a las emociones de sus bases electorales, se encuentran las preguntas válidas de cualquier padre:

  • ¿Quiénes diseñan los contenidos de educación sexual y cómo aseguran el rigor científico y la idoneidad de su contenido?

  • ¿A qué edad es conveniente que el educando entienda la diferencia entre sexo y género y se le exponga a la existencia de diversidad de preferencias e identidades sexuales? ¿Cuál es la metodología idónea para hacerlo? ¿Cómo evitar que el docente promueva o favorezca algún tipo de identidad sexo-genérica en el aula?

  • ¿Cuáles son los límites del docente y del currículo en materia de educación sexual? Aceptando que ésta se imparta bajo estándares científicos ¿qué temas deberían quedar reservados para la discusión en casa? ¿Es el aula el espacio adecuado para hablar sobre el placer como elemento de la salud sexual? ¿Al discutirse en el aula la naturaleza de las relaciones sexuales entre personas, deben discutirse las implicaciones afectivas?

  • ¿Cuántas horas deben dedicar los centros de enseñanzas a talleres o charlas complementarias? ¿Quiénes están capacitados para dar una charla al alumnado y cómo asegura la administración escolar que éstas sean pertinentes y relevantes respecto del currículo? ¿Qué charlas deben ser opcionales y cuáles merecen ser obligatorias?


Estas preguntas son más que pertinentes y deberían ser el verdadero centro del debate, porque las respuestas no son obvias ni pueden dirimirse entre expertos. Más importante aún, los gobiernos tienen obligación de responderlas sin desviar la atención a pugnas electorales.

Sobre el adoctrinamiento y cómo evitarlo


La natural desconfianza que el liberalismo siente hacia el Estado conduce a que toda conciencia liberal vea con sospecha cualquier maniobra del político en turno por intervenir en la educación pública. Y este instinto de protección no es del todo irracional. Por años los Estados han instrumentado a la educación pública para promover ideologías que faciliten su hegemonía política.


En la historia de España y México existen casos documentados de adoctrinamiento a través de la educación pública. Por ejemplo, en la década de los treinta, en México se instauró una educación de corte socialista, en donde en diferentes niveles educativos se enseñaba sobre el conflicto de clases y la necesidad de que el Estado realizara “la socialización progresiva de los medios de producción.”31


Pero frente a lo que en el pasado significaba que un grupo político tuviera a su disposición las imprentas, los docentes y las aulas del Estado para promover su ideología, hoy ni en México ni en España presenciamos un contexto de adoctrinamiento como política de Estado. La pluralidad política ha contenido la pulsión de los gobernantes en turno por emplear los recursos del Estado para promover su forma de pensar. Por ello, acusar de “adoctrinamiento” a todo grupo o institución que promueva ideas contrarias a las nuestras, termina por vaciar de contenido específico a la palabra.


Cuando hablamos de adoctrinamiento, no nos referimos a que un profesor de civismo de manera aislada haya empezado a discutir (de manera impropia) el porqué deberíamos votar por tal o cual partido en las siguientes elecciones. El adoctrinamiento escolar es una política generalizada en el sistema educativo donde todos los docentes tienen la exigencia —incluso contra su voluntad— de sesgar o cortar el flujo informativo, ocultar la diversidad de opiniones o teorías sobre un tema específico y negar la capacidad del educando para cuestionar el contenido académico. Volvamos a preguntarnos ¿Realmente vivimos un contexto de “adoctrinamiento educativo” en México o en España?


Asumamos por un momento que sí, que como afirman los proponentes del pin, en las escuelas se imparten actividades “promovidas por organizaciones ajenas al centro educativo y subvencionadas con el dinero público, que convierten los colegios en talleres de adoctrinamiento ideológico”.32 Asumamos que el Estado emplea sistemáticamente su injerencia en el sistema educativo para adoctrinar a nuestros hijos. En este escenario, el pin no soluciona nada. Es igual a decidir fumarse un cigarro menos al día después de que el médico nos acaba de informar que tenemos cáncer de pulmón. A lo más, el pin obligaría al colegio a preguntarle al tutor: “¿Das tu consentimiento para que el Estado adoctrine a tu hijo?” Y si el adoctrinamiento es tan evidente, tan rampante, no me imagino a ningún liberal que quiera salvar a su hijo pero consienta que al resto de los niños se les adoctrine con recursos públicos.


Peor aún, si todos los niños cuyos padres están conscientes del adoctrinamiento salen de la clase protegidos por el pin parental, se generaría lo que Noelle-Neumann definió como espiral de silencio.33 En este escenario, al considerarse parte de una minoría potencialmente reprimida o aislada, el individuo se cohíbe en manifestar su opinión y es menos probable que cuestione a la autoridad o emita una opinión crítica sobre un tema determinado.


Supongamos, por un momento, que se informa a los padres que en la siguiente clase se hablará sobre métodos anticonceptivos. Sin embargo, el libro de texto que se empleará sólo considera a la abstinencia sexual como método válido. Por esta razón, ciertos padres deciden ejercer su pin parental previniendo que sus hijos sean educados de forma sesgada. La consecuencia no prevista es que seguramente estos padres habrán drenado del salón de clases a las voces críticas que podrían haber cuestionado al maestro y al contenido educativo. Los alumnos que deciden sí tomar la clase —sea porque sus tutores aprueban el contenido o porque no le dan importancia— sólo escucharán las voces más activas de quienes están a favor del tema. De forma que, quienes aún no se habían formado una opinión propia estarán expuestos a sólo una visión de las cosas, mientras que quienes ya tenían una opinión coincidente con la doctrina sólo reforzarán su opinión sesgada en el tema.


Al escribir este ensayo, me he preguntado si podría mi argumentación incidir, de alguna forma, en la opinión de algún defensor del pin parental. Y honestamente, veo difícil el persuadirlo de que no hay como tal una “política de adoctrinamiento” por parte del Estado, sino diferentes visiones en juego de los límites de la educación sexual. Espero, no obstante, convencerle de que la mejor forma de combatir el adoctrinamiento ideológico no es abandonando el campo de batalla al enemigo, sino confrontándolo.


El ejemplo tangible es la manera en la que librepensadores lucharon en Estados Unidos porque el darwinismo pudiera enseñarse en las aulas frente a las ideas imperantes del creacionismo.34 Me parece que la analogía es equiparable porque los darwinistas de entonces, al igual que los promotores del pin hoy, también apelaban a que fuera la ciencia —no la ideología— la que primara en el contexto escolar. Pero su estrategia fue muy diferente. No consistió en retirar de las aulas a sus hijos en los cursos de creacionismo, sino en refutar las ideas creacionistas en cada espacio público, incluido el salón de clases.


Así se combate el adoctrinamiento (cuando existe), persuadiendo de manera pública a los demás a través de la razón. Y es necesario que eduquemos en casa a nuestros hijos para atreverse a pensar por sí mismos y a defender sus ideas en público. Porque no siempre vamos a estar con ellos para “protegerles” de la ideología del momento, vetando la información que reciben para asegurarnos de que nadie contamine sus cabezas con burradas.


Sea que creamos que el Estado está adoctrinando o no, el método para formar conciencias libres consiste en formar a nuestros hijos para cuestionar la información que reciben, prepararlos para razonar por sí mismos y para buscar información por cuenta propia. La autonomía de criterio no sólo es un método infalible contra el adoctrinamiento escolar, sino también contra el adoctrinamiento político, cultural y religioso. Y aquí ya no estoy discutiendo política pública, estoy proponiendo una manera en que como la sociedad podría educar a los más jóvenes en libertad y para la libertad. Estoy proponiendo que les expongamos a la diversidad de opiniones y preferencias para que, bajo nuestro acompañamiento, comiencen a tomar sus propias decisiones haciéndose responsables de ellas.

Un esfuerzo más si queréis ser liberales


La excusa favorita de los censores es proteger a los niños. En muchas sociedades, incluso en democracias occidentales, los ciudadanos aceptan sacrificar sus libertades bajo esta razón excepcional, porque hay una respuesta emocional inevitable cuando se habla de los niños. La escritora Marjorie Heins hace un recuento magnífico de cómo el argumento de “not in Front of the children” sigue siendo una justificación efectiva para censurar todo tipo de contenidos y actos públicos apelando al cuidado de aquellos miembros de la sociedad que consideramos más vulnerables y por quienes somos capaces de tolerar diversos grados de paternalismo.35 Y aunque este tipo de falacias (argumentum ad passiones) no tienen exclusividad ideológica, son los gobiernos populistas y autoritarios expertos en su empleo.


El caso más reciente y severo es Hungría, cuyo parlamento aprobó en 2021 una ley para proteger a la infancia de casos de pedofilia. En esta ley se incluye un apartado que establece que “la pornografía y los contenidos que representen la sexualidad o promuevan la desviación de la identidad de género, el cambio de sexo o la homosexualidad no deberán ser accesibles a menores de 18 años”.36 ¿Cuál es el vínculo entre pedofilia y programas de televisión que abordan abiertamente el tema de la homosexualidad? La conexión no sólo es inexistente, sino que poco le interesa al gobierno de Viktor Orben demostrarla.


Por esa misma razón, la legislación ha sido condenada por el resto de la comunidad europea como un acto inequívoco de homofobia. Al respecto, la presidenta de la Comisión Europea estableció en rueda de prensa: “Este proyecto de ley discrimina claramente a las personas por su orientación sexual y va en contra de todos los valores fundamentales de la Unión Europea.”37 Al ser cuestionado sobre la legislación, Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, quien ha dado reiteradas muestras de su intolerancia a la comunidad LGBTTIQ, ofreció una respuesta tan irónica como inverosímil:


Soy un luchador por sus derechos [de la comunidad gay]. Fui un luchador por la libertad en el régimen comunista. La homosexualidad estaba castigada y yo luché por su libertad y sus derechos. Así que defiendo los derechos de los homosexuales, pero esta ley no tiene que ver con eso […] No se trata de los homosexuales. La ley trata de decidir de qué manera los padres quieren educar sexualmente a los niños, pertenece exclusivamente a los padres. De eso trata la ley.38


Los ecos de la respuesta de Orben con el pin parental son innegables. La lógica a la que se apela es la misma: la autoridad puede fungir como censor y restringir a la población el acceso a aquellos temas sensibles para protegerle. A diferencia de los partidarios del pin que se enfocan a ilustrar casos inexistentes de depravación sexual en el aula, con el poder irrestricto que concentra Orbán en Hungría, puede permitirse ser completamente explícito en lo que realmente se quiere censurar: no son todos los contenidos sobre sexualidad los que le incomodan, son aquellos que tocan el tema de la diversidad sexual.


El vínculo entre Orbán y Vox no es una mera especulación. Vox ha empleado los recursos y tribunas a su alcance para defender las políticas homofóbicas del primer ministro de Hungría.39 En reciprocidad, el propio Viktor Orbán recibió a Santiago Abascal en Budapest, en mayo de 2021, cual si se tratara de una visita de Estado.40 Viktor Orbán es visto con simpatía también por los grupos ultraconservadores que respaldan el pin parental en México, aunque los vínculos políticos de estos grupos están más enraizados en las iglesias evangélicas y pentecostales de México y Estados Unidos41 (volveré con ellos más adelante).


La sociología de los grupos ultraconservadores en México y España importa para advertir lo peligroso que es comprometer el ethos liberal sólo para respaldar al “enemigo de mi enemigo”. En el caso de España, Vox es oposición al gobierno de izquierdas de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, sin embargo, su “halo opositor” no significa que sus propuestas sean una opción preferente para la libertad. Alguien podría argumentar que se puede apoyar la propuesta del pin parental sin dar un respaldo a Vox (aunque la propuesta y el partido estén íntimamente ligados). Lo cierto, es que los grupos liberales que deciden jugar este difícil equilibrio terminan alienando a las bases que podrían asumirse liberales si hubiera un respaldo irrestricto a su libertad. Sin ambigüedades me refiero a los individuos que se asumen parte de la comunidad LGBTTIQ.


Sin pretender que hay uniformidad entre las y los liberales, podemos reconocer que la mayoría de los think-tanks, comunicadores, escritores y activistas que abrazan la bandera del liberalismo envían constantemente mensajes de apoyo y solidaridad a las personas LGBTTIQ. Hace unos meses veía el twitter de muchos liberales, de México y España, repletos de mensajes de apoyo y hashtags celebrando el orgullo gay. Pero al tiempo que reconocían que estas minorías están siendo discriminadas por su orientación sexual, los grupos liberales se han mantenido indiferentes cuando la agenda de intolerancia y exclusión de la ultraderecha avanza.


Por eso, hago desde este ensayo un llamado a la autocrítica, algo que los fundamentalistas anatematizan como herejía, pero que debería ser natural para cualquier liberal. Me encantaría ver que con la misma vehemencia con la que denuncian el autoritarismo en Venezuela, Cuba o Nicaragua, denunciaran la homofobia, xenofobia y censuras a las libertades en Rusia, Brasil, Hungría o Polonia. De la misma forma que vemos con sospecha a los socialistas que tienen vínculos ideológicos con el castro-chavismo que vieran con sospecha a aquellos partidos, como Vox, que mantienen cercanía ideológica con Víctor Orbán. Porque ver con simpatía a los autoritarios de derecha que promueven una economía de mercado, pero violentan los derechos individuales, es de un filisteísmo barbárico. Parafraseando a María Blanco, “defender la parte económica del liberalismo, pero no la social, es de un carca que sólo quiere que le bajen los impuestos.”


Los liberales deben dejar de jugar la carta del ingenuo para pasar a reconocer el juego político de los ultraconservadores. “¡Pero cómo!” —se me puede cuestionar— “¿No es Vox promotor del cheque escolar, una iniciativa que por años han promovido los economistas del libre mercado?” Y sí, al populismo conservador se le podrá acusar de nacionalista, intolerante, xenófobo, homófobo, pero de marxista nunca. Los populistas de derecha pueden convivir sin mayor conflicto ideológico con una propuesta liberal —como el cheque escolar— y, al mismo tiempo, pedir protecciones arancelarias para los agricultores nacionales, como ha hecho Vox.42 Porque su adhesión al liberalismo es a discreción, a conveniencia electoral. Y el mejor ejemplo lo fue Donald Trump: disminuyó de forma considerable la carga impositiva en Estados Unidos pero no se interesó nunca por reducir el déficit fiscal, ni tuvo un compromiso real con el libre comercio.


A los caballos de Troya hay que cerrarles la puerta antes de que dinamiten por dentro. Algo que incluso líderes conservadores, como Angela Merkel, lo tuvieron en claro. La canciller se mantuvo firme en rechazar cualquier alianza con grupos neo-fascistas de Alemania, al tiempo que se sumó a las críticas de la Unión Europea contra las políticas de Viktor Orbán. Respaldar el pin parental desde el liberalismo, porque se acompaña del “cheque escolar” o porque evita el avance de “la ideología de género”, desdibuja las convicciones éticas de cualquier postura liberal.


A diferencia de España, donde el pin fue propuesto desde la oposición, en México el principal proponente de la iniciativa fue un diputado local del estado de Nuevo León quien forma parte de la bancada del Partido Encuentro Social.43 El hecho de que el proponente de la iniciativa fuera de un partido que integra la coalición de gobierno de López Obrador le quitó a la propuesta del pin parental “el halo opositor” que sí tuvo en España. Mientras que en el viejo continente el debate tomó una dimensión de izquierda (PSOE y Podemos) contra derecha (PP y Vox), en México el clivaje fue entre liberales y conservadores. Ninguna voz importante del liberalismo mexicano asumió la defensa del pin parental, ni siquiera cuando el Partido Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional (actualmente oposición) asumieron esta agenda en las legislaturas locales.


En México, se observó un consenso general por desechar la propuesta tanto en su espíritu como en su constitucionalidad. Desde la Secretaría de Gobernación hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Suprema Corte de Justicia, existió un consenso general en posicionarse en contra de la iniciativa. Comparar la respuesta de los liberales en México y España respecto del pin parental nos permite entender que muchas de las discusiones políticas están teñidas de la coyuntura política.

Educar para la libertad


Asumir una postura contra del pin parental, puede parecer contra-intuitivo para varios liberales. Por su formación ideológica, el liberal guarda un sesgo cognoscitivo: desconfiar del Estado y confiar en las decisiones del individuo para procurar su propio bienestar (y el de su familia por extensión). Sin embargo, aunque la premisa sirve como regla general para orientarnos en la discusión pública, cada debate tiene sus matices. Cuando hablamos del derecho a la educación, es reduccionista vender la imagen de un politburó que decide el currículo escolar. La realidad es mucho más compleja. Como he expuesto, los principios de validez científica, idoneidad pedagógica y pertinencia social desempeñan un rol fundamental en la definición de los planes de estudio.


Por otro lado, como he argumentado, facultar al padre o tutor el prohibir al educando contenidos escolares que vayan en contra de su moral, es abrir la puerta a una educación a la carta que puede repercutir en beneficio del menor. La defensa que algunos liberales han enarbolado del pin es que el padre sabe más que el Estado sobre lo que es conveniente para su hijo. Podemos suscribir este principio de subsidiariedad en términos generales. Sin embargo, este postulado no es equivalente a sugerir que un padre promedio sabe más sobre la idoneidad, validez y pertinencia de la educación para su hijo que una junta de docentes o pedagogos.


Para validar la diferencia contrastemos la lógica del argumento en el campo médico. Si el padre sabe lo que es más conveniente para su hijo ¿por qué no es él quien le prescribe medicamentos en lugar del doctor? Es evidente que la patria potestad le faculta al padre a escoger la mejor opción médica para su hijo (servicios públicos o privados, asumir los riesgos en una operación, continuar o no con un tratamiento con efectos contraproducentes), mas no para prescindir de un especialista en medicina, lo cual consideraríamos una negligencia.


El liberalismo no propugna por la autosuficiencia de los individuos, sino por su libertad de elección. En el terreno de la salud, un liberal no lucha porque cada individuo sea su propio médico, sino porque el ciudadano pueda elegir el médico de su conveniencia sin estar condenado a la precariedad del sistema de salud pública. En el terreno de le educación es lo mismo. La apuesta del liberalismo no puede ser la democratización del paternalismo: “que cada padre decida que contenidos prohibir a sus hijos según su moral”. La apuesta del liberalismo debe ser la de formar ciudadanos libres con criterio propio. Y es ahí donde el tutor interviene para guiar al menor hasta que alcance la madurez intelectual; su intervención es para facilitar que el menor desarrolle su libertad, no para sustituirla.


¿Cuál entonces es el rol que le corresponde a los padres en materia educativa? La que está enmarcada en la Declaración de los Derechos Humanos: escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos. Y el tipo de educación, como he sostenido, significa decidir si la educación del menor será pública o privada, si es Montessori o de la pedagogía del oprimido, si es escuela de tiempo completo o matutina, si es bilingüe, multicultural o con un complemento religioso. Donde el tutor no debe intervenir es en definir el currículo, es decir, el corpus mínimo de conocimientos y habilidades que permitirán a su hijo desarrollar su libre personalidad. Un tutor que impide a su hijo recibir clases sobre educación sexual no está actuando a favor de su libertad; al contrario, le esta imposibilitando acceder al conocimiento necesario para ejercer una sexualidad de manera libre y responsable.


Si no es a través del pin parental, entonces ¿cómo puede un liberal promover un sistema educativo para la libertad? ¿Cómo aseguramos que el Estado no intentará adoctrinar a los menores? Al respecto, propongo cuatro ejes básicos sobre los cuales podríamos desarrollar una agenda educativa para la libertad:

1. Depurar el currículum mínimo. Revisar los planes de estudio para asegurar que el currículum troncal sea realmente un currículum mínimo, es decir, que incorpore conocimientos imprescindibles apegados a criterios de validez, idoneidad y pertinencia.

2. Formar individuos libres. Promover que el currículo y la docencia alienten constantemente a la libre elección del educando, no sólo en lo relativo a las materias complementarias sino también en la definición de normas comunes de convivencia en el salón.

3. Liberalizar la educación. Proponer que la asignación de recursos públicos en el sistema educativo se realice bajo mecanismos de cuasi-mercados (e.g. cheques escolares) con dos objetivos: (1) maximizar la libertad de elección de los tutores para que puedan escoger la escuela que mejor se ajuste a las necesidades de sus hijos; (2) generar condiciones de competencia entre centros de enseñanza para mejorar la calidad educativa.

4. Información perfecta. Asegurar el principio de máxima publicidad de los centros de enseñanza respecto de información que sea de interés público, es decir, que la escuela haga público sus actividades complementarias y extracurriculares, su plantilla de profesores (con sus correspondientes cualificaciones), así como sus resultados en pruebas estandarizadas.

5. Profundizar la descentralización educativa. Propugnar por que cada centro de enseñanza cuente con mayor libertad para la gestión y administración de su presupuesto y recursos. Así como con mayor libertad para definir las actividades específicas, contenidos electivos, actividades complementarias y extracurriculares que salgan del currículo mínimo (corolario del punto 1) y que involucre a los padres y a las madres de familia en el proceso.

Concluyo con una reflexión personal. Sé que algún día me tocará a mí ser padre y aquellos debates sobre el pin parental dejarán de ser meras especulaciones teóricas para pasar a tocarme directamente. Yo espero, volver a este ensayo para recordar lo que mi ética liberal me decía que era lo correcto, porque seguro tendré mis propios miedos y prejuicios sobre el mundo que le tocará vivir a mus hijos. Confío, sin embargo, en que el miedo no me impedirá reconocer su libertad para dejarles vivir su propia vida y guiarles en aquello a lo que Kant nos convocara: sapere aude.


Ilustración: Nirvana Guerrero

José Luis Gallegos Quezada

Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y Licenciado en Ciencia Política por la UNAM

Referencias:

1.Ver. Blasco, Eduardo (Julio 7, 2020). “El cheque escolar es socialismo”. Instituto Juan de Mariana. https://juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/el-cheque-escolar-es-socialismo/


2. Para un ejemplo de una fundamentación del derecho positivo a la educación desde el liberalismo ver Lomaski, Loren (1990).“Extending de Moral Community: Children” en Persons, Rights, and the Moral Community. Cambridge


3. Sin Autor, (Enero 20, 2020). "Debate es si quieren que a sus hijos les eduque Iglesias, Montero o Sánchez". Madridiario. https://www.madridiario.es/debate-es-si-quieren-que-a-sus-hijos-les-eduque-iglesias-montero-o-sanchez


4. Gil Grande, Rocío (Febrero 14, 2020). “¿Qué es el 'pin parental' que quiere Vox en los colegios?.” RTVE https://www.rtve.es/noticias/20200214/pin-parental-quiere-vox-colegios-implica-para-ninos-lgtb/1995665.shtml


5. La palabra “pin” proviene de la expresión en inglés personal identification number, usada para referirse a la contraseña alfanumérica precisa para acceder a dispositivos electrónicos. Fundéu (Enero 20, 2020). Disponible en: https://www.fundeu.es/consulta/pin-parental-2/.


6. Child Development Institute (sin fecha).Internet Parental Controls: Why You Should Use Them.” Child Development Institute. Disponible en: https://childdevelopmentinfo.com/family-living/kids-media-safety/children-teens-web-internet-safety/internet-parental-controls-why-you-should-use-them/#gs.5k8tb3


7. Declaraciones de Rodrigo Alonso (Febrero 20, 2021) en “Rodrigo Alonso: El adoctrinamiento en las aulas llega a su fin con el Pin Parental.” Sitio Oficial de Vox. Disponible en: https://www.voxespana.es/noticias/rodrigo-alonso-el-adoctrinamiento-en-las-aulas-llega-a-su-fin-con-el-pin-parental-20210220?provincia=almeria


8. Declaraciones de Rodrigo Alonso, Op. Cit.


9. En la medida de lo posible emplearé el término “educando” o “menor” en lugar de “hijo” o “niño” que suele emplearse con una carga emocional de por medio.


10. Ver el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos


11. La Ley Butler fue una ley de Tennessee de 1925 presentada por el miembro de la Cámara de Representantes de Tennessee John Washington Butler que prohibía a los profesores de las escuelas públicas negar el relato bíblico del origen de la humanidad. Ver Hariman, Robert (1993). Popular Trials: Rhetoric, Mass Media, and the Law. University Of Alabama Press, p. 57.


12. Ver. Zimmerman, J. (2015). Too hot to handle: A global history of sex education. Princeton: Princeton University Press.


13. En el artículo 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño sólo se señala que la libertad de las instituciones de enseñanza está limitada por las “normas mínimas que prescriba el Estado”.


14. Amadio, M, et al. (2014).“Un currículo para el siglo XXI: Desafíos, tensiones y cuestiones abiertas.” Investigación y Prospectiva en Educación. Documentos de Trabajo. Paris: ONU-UNESCO


15. Al respecto, la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que “La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental”. Respecto a la educación superior la Declaración sólo reconoce que “el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.”


16. Ver. Reimers, Fernando M. (2020). Implementing Deeper Learning and 21st Century Education Reforms. Springer International Publishing AG.


17. En España, las leyes orgánicas de educación facultan a las administraciones y centros educativo a decidir los bloques de asignaturas específicas y asignaturas de libre configuración autonómica. Ver. Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria y Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, por el que se establece el currículo básico de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato.


18. Sentencia recaída al Amparo en Revisión 203/2016, Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ponente: Alberto Pérez Dayán, 9 de noviembre de 2016.


19. Ramos, David (Julio 9, 2020). “Pin parental: Le recuerdan a López Obrador que los hijos no son propiedad del Gobierno.” ACI Prensa. Consultado en: https://www.aciprensa.com/noticias/pin-parental-le-recuerdan-a-lopez-obrador-que-los-hijos-no-son-propiedad-del-gobierno-97739


20. En su artículo 26.3 se lee textualmente que “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.”


21. Lerena, Victor (Febrero 26, 2021). “¿Qué es el ‘pin parental’ de Vox?” El Periódico https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20210226/pin-parental-vox-7809441


22. Expediente: 13294/LXXV (2020). “Iniciativa por la que se reforma por adición el Articulo 92 Fraccion VI de la Ley de Educacion del estado de Nuevo Leon.” Honorable Congreso de Nuevo León. Consultado en: http://www.hcnl.gob.mx/trabajo_legislativo/iniciativas/pdf/6c6940cf7e3de598bc0c315390197c93ab8c80b6.pdf


23. Ramos, David (28 de enero de 2020). “México: Pin parental contra ideología de género llegaría a todo el país”. ACI Prensa. Consultado en: https://www.aciprensa.com/noticias/pin-parental-contra-adoctrinamiento-con-ideologia-de-genero-a-ninos-llegaria-a-todo-mexico-66100


24. Ollero, Daniel J. (30 Agosto 2018). “Podemos critica un libro de economía para niños y lo convierte en el más vendido en Amazon.” El Mundo. Consultado en: https://www.elmundo.es/tecnologia/2018/08/30/5b86d3f6468aeb672a8b4588.html


25. Ramos, David. Op. Cit.


26. Cantó, Pablo (Enero 20, 2020). “Los bulos que comparten los defensores del veto parental no están grabados en España ni en colegios”. Verne. Consultado en: https://verne.elpais.com/verne/2020/01/20/articulo/1579528494_073426.html

27. Sin Autor (Enero 21, 2020). “Los bulos del pin parental propagados por Vox: ni violaciones a hombres ni juguetes sexuales en clase”. El Español. Consultado en: https://www.elespanol.com/reportajes/20200121/parental-propagados-vox-violaciones-hombres-juguetes-sexuales/461454094_0.html


28. Sin autor (Enero 20, 2020). “Abascal, del pin parental: ‘La enseñanza de juegos eróticos a niños de 0 a 6 años está cerca de la corrupción de menores’ ” 20 Minutos. Consultado en: https://www.20minutos.es/noticia/4123099/0/abascal-pin-parental-juegos-eroticos-corrupcion-menores/?autoref=true


29. Por más que a alguien le parezca inverosímil esto sucede. Lo niños juegan “al doctor” con otros niños, se muestran sus genitales, se frotan con otros niños al jugar. Es parte de entender su cuerpo y explorar su erotismo, con una perspectiva muy distinta a la de un adulto.


30. Saiz, Rodrigo. (Junio 19, 2020). “Skolae: el programa pionero en Navarra de coeducación que hace de contrapunto al veto parental.” ElDiario.es. Consultado en: https://www.eldiario.es/navarra/skolae-coeducacion-igualdad-veto-parental_1_1062512.html


31. Condés, Enrique (Enero 08, 2015). “La educación socialista en México”. Milenio. https://www.milenio.com/opinion/varios-autores/re-incidente/la-educacion-socialista-en-mexico

32. Declaraciones de Rodrigo Alonso, Op. Cit.


33. Ver. Noelle-Neumann, Elisabeth. (1993). “La espiral del silencio. La opinión pública y los efectos de los medios de comunicación.” Communication & Society, 6(1-2), 9–28.


34. Ver. Campbell, J. A., & Meyer, S. C. (2003). Darwinism, design, and public education. Michigan State University Press.


35. Heins, Marjorie. (2007). Not in Front of the Children. New Brunswick: Rutgers University Press.


36. Sin Autor (15 Junio, 2021) “Hungría prohíbe ‘promover’ información sobre identidad trans y homosexualidad entre menores” Newsweek México Consultado en: https://newsweekespanol.com/2021/06/hungria-prohibe-informacion-transgenero-homosexualidad-menores/


37. Sin autor. (Junio 23, 2021). “EU's Von der Leyen says Hungary’s anti-gay laws a ‘shame.” Agencia EFE Consultado en: https://www.efe.com/efe/english/portada/eu-s-von-der-leyen-says-hungary-anti-gay-laws-a-shame/50000260-4569573


38. Sin autor. (Junio 24, 2021). “Hungarian PM says he is gay rights fighter, defends new law.” Reuters

Consultado en: https://www.reuters.com/world/europe/hungarian-pm-says-he-is-gay-rights-fighter-defends-new-law-2021-06-24/


39. Como ejemplo ver: Benito, Agustín (Julio 9, 2021). “El PP vota a favor de las represalias a Hungría por no someterse al lobby LGTBI.” La Gaceta de la Iberosfera. Consultado en: https://gaceta.es/actualidad/el-pp-vota-a-favor-de-las-represalias-a-hungria-por-no-someterse-al-lobby-lgtbi-20210709-1149/


40. Sin autor (27 Mayo, 2021). “Orban recibe a Abascal en Budapest y el líder de Vox lo señala como su ejemplo para España”. El Confidencial. Consultado en: https://www.elconfidencial.com/espana/2021-05-27/abascal-orban-ejemplo-espana_3103387/


41. Barranco V., Bernardo. (28 Abril, 2021). “Partido Encuentro Solidario viola los principios de laicidad”. La Jornada. Consultado en: https://www.jornada.com.mx/2021/04/28/opinion/016a2pol?partner=rss&fbclid=IwAR1hpdoVNipv4EUYONRg6ZRLNFuBR2zryHSQoPm_Qx6y-SQNz_Gvng8JaFU


42. Sin autor (Abril 12, 2021). “Vox exige mayor protección para los ganaderos y agricultores españoles”. Europress. Consultado en: https://www.europapress.es/eseuropa/noticia-vox-exige-mayor-proteccion-ganaderos-agricultores-espanoles-20210412122802.html


43. El diputado en cuestión es Carlos Leal quien al principio de la legislatura pertenecía al grupo parlamentario de MORENA hasta que fue expulsado por asumir posturas homofóbicas.


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